POETRIA MINOR

O "Los Poetas Menores" de El Capaneo:
un hermano menor, pero ruidoso e inquieto,
que quiere salir a jugar...


Abrimos esta sección de poetas jóvenes y desconocidos (algunos, aun para sí mismos), que decidió retoñar de las entrañas del gigante CAPANEO, alimentándose de su POETRIA MAIOR.

Poetria, para que puedan darse cita los ejercicios de creación y traducción poética de los amigos.

"Minor", como un gesto de reverencia conmovida que hacemos hacia los grandes poetas (porque reconocemos la grandeza), pero no menor en dignidad, porque surge del mismo palpitar humano del corazón.

Un seminarium, un "semillero": una escuela de poetas y traductores...
Para cuidar a los hermanos menores.


Revista Universitaria El Capaneo




Benigni recita Dante. 18 de diciembre

..........................Benigni
...............recita
Dante


.....................................................................................................
"Lo que les quería decir es que la alta poesía está sobre todo en la oreja de quien escucha. Si ustedes sienten la belleza de estos versos, si hay un soplo de aire, un temblorcito, un tintineo dentro de ustedes, entonces ustedes serán Dante Alighieri. Dante ha escrito porque sabía que habría personas capaces de entender esta belleza"
(Roberto Benigni, actor, director de La vita è bella)

Jueves 18 de diciembre, 19 hs.
Aula de Audiovisuales (1º piso)
Facultad de Humanidades
Universidad Nacional de La Plata
Calle 48 e/ 6 y 7

Invita
“Ali Diede”: Amigos de Dante

Dante: Inferno, II. 127-132.

El símil más humano de la Commedia


Dante no se atreve a seguir por el miedo que siente. Entonces, Virgilio le dice que la misma Beatriz, Lucía y la Virgen María cuidan de él en el cielo, y que su amada le pidió a él que lo ayudara a Dante. Nuestro poeta, al conocer los designios celestes, nos dice con este memorable símil, en los versos 127-132:


Quali fioretti dal notturno gelo
Chinati e chiusi, poi che ‘l sol li ‘mbianca

Si drizzan tutti aperti in loro stelo

Tal mi fec’io di mia virtute stanca,
E tanto buono ardire al cor mi corse
Ch’i’ cominciai come persona franca:

Como las flores por la helada nocturna
Inclinadas y cerradas, luego que el sol las ilumina
Se enderezan todas abiertas en su tallo

Tal me hice yo de mi virtud cansada
Y tan buen arder al corazón me vino
Que yo comencé como persona franca:...


(foto Pam Penick. 2007, Ice hymenoxys)


Es la luz lo que lo hace enderezarse, como a las flores inclinadas y cerradas por nocturnas heladas. La luz que nos hace arder el corazón. Es extraordinario encontrar alguien que conociera tanto el alma humana. Reconocerse en Dante es una experiencia que hay que vivir en vida, un viaje para riveder le stelle y contemplar la Belleza.

Lucas Esandi

Una obra de amigos para afirmar el significado de la vida

La experiencia de Residencias Universitarias en Santa Fe

El sábado 25 de octubre nos reunimos los responsables de la Obra (Julia, Estani, Lu, Eve y yo, con la compañía de José, Anita, Emirena y Francisco) para juzgar juntos lo que estaba sucediendo y acompañarnos a tomar decisiones para el próximo año.
Julia y yo propusimos la lectura del punto "La libertad en la raíz de la obra" del libro El yo, el poder, las obras de Don Luigi Giussani. Lo hicimos porque entendimos que esta propuesta nacía dentro de una compañía: solos no podemos afrontar ninguna necesidad. Y este punto del libro es excepcional, puesto que nos ayuda a dar razones de por qué continuar: "las obras solo nacen cuando uno tiene el coraje de decir yo".
Conversamos sobre las cosas de la residencia y el primer punto que dijo Julia, y que me sorprendió, fue la cantidad de chicos ingresantes que quieren entrar en las casas. Hasta el sábado había once mujeres y seis varones dispuestos a venir ¡y no habíamos hecho ninguna publicidad! Es increíble lo que está sucediendo, los chicos se enteran por lo que nuestros residentes les cuentan, ¡y automáticamente quieren venir a vivir a casa! Es Otro quien está aconteciendo entre nosotros, hay "Algo dentro de algo", que para mí es impensable. Sólo tuvimos que decir "sí" a una propuesta y vivirla, ¡nada mas! Así es cómo otros ven y quieren hacer la misma experiencia.
Como segundo punto, planteamos cómo podíamos seguir esto: "si el hombre no construye, ¿que hará para vivir?" (T. S. Eliot. Coros de "La Roca"). Se nos llama para dar testimonio a partir de nuestra experiencia, por eso no podemos reducir este camino a una mera comodidad, debemos esforzarnos para vivir y afrontar cada día lo que la vida nos propone, porque la vida es signo del Misterio.
Por tanto, planteamos la idea de poder abrir dos casas más, una de varones y otra de mujeres. En la semana nos sentamos con Julia a ver los números. La situación de los fondos propios de la Residencia no era la mejor: no nos alcanzaría para abrirlas. Por eso, en primera instancia, decidimos pedir muebles usados a todos los amigos adultos y nosotros nos encargaríamos de acondicionarlos. La segunda instancia es la de contar con fondos genuinos que nos permitan tener disponibilidad para afrontar los gastos de contrato, alquiler, etc. Estos pueden ser problemas, pero queremos asumir el riesgo, puesto que se nos está llamando a algo grande.
Aprovecho también para adjuntarles una carta que escribí sobre la obra y que, en la última reunión de las casas, hemos juzgado juntos todos los chicos de las Residencias. Esta carta es muy simple (¡soy economista, no literato!), pero en ella se recoge lo que se está viviendo. Y, si bien la escribimos hace un mes, no deja de impresionar la forma en la que el Misterio acontece entre nosotros, y da testimonio de lo que se nos dice en la Escuela de Comunidad: "A vosotros os ha impresionado un modo de vivir que anunciaba, que implicaba la vida, que lleva consigo la afirmación del significado de la vida"
Hoy la vida en la Universidad, tal y como se nos presenta, parece "condenarnos a la pasividad, a esta desidia mortal oculta entre tantas cosas que en el fondo no nos interesan, que no consiguen conquistarnos (...) nosotros también estaríamos condenados a esto si no hubiera ocurrido una novedad" (P. Julián Carrón, Huellas, agosto 2008).

CARTA: "UN CAMINO PARA LA VIDA"

Esta noche nos encontramos los integrantes de las Residencias Universitarias, quienes durante estos años estamos compartiendo la misma experiencia: vivir toda nuestra vida con otros, como si fuese una gran familia.
¿Quién de nosotros hubiera imaginado una experiencia así al decidir ingresar a la universidad, con todo el temor que significa adentrarnos en este nuevo camino? Pensemos un instante cuando ingresamos a la casa: era una gran incertidumbre, no conocíamos a nadie, no sabíamos nada de la universidad, muchos siquiera conocían Santa Fe. Y hoy estamos aquí, juntos, creciendo en un camino grande para nuestra vida.
No es nada obvio lo que nos sucede, es una novedad que se nos hace presente cada día y en la que nuestra vida se transforma.
Muchas veces se reduce la experiencia a algo normal y lógico, como si ya nos hubiéramos acostumbrado a vivir así y no tuviera nada que pudiera ser atractivo, pero sigue siendo excepcional para otros. Más de una vez nuestros compañeros de facultad, de trabajo o amigos nos han preguntado: ¿dónde vivís? Y respondemos: en una residencia con siete u ocho personas. Aquel, sorprendido y exaltado, nos dice: "¡Ocho personas!¡¿Cómo hacen?!". Entonces comenzamos a indicar cada una de las cosas que hacemos: grupos de comida, grupos de limpieza, días de estudio, reunión de casa. Y a partir de allí sentimos la necesidad de contar todo. Pero, ¿por qué lo hacemos? Porque tenemos delante una propuesta, a la que adherimos (tarde o temprano) con toda nuestra persona. Porque la compañía que encontramos aquí es una compañía que te abraza en la circunstancia, en aquello que te toca vivir todos los días. ¿Y cual es nuestra circunstancia? La vida en la universidad, pero no solamente la del estudiante que tiene que rendir materias, sino la de un hombre que esta madurando.
Ahora bien, ante esta propuesta tenemos dos opciones: "acomodarse" y hacer las cosas que exige la vida en comunidad para que "todo este bien", en orden; o bien, hacer lo que tenemos que hacer con una pregunta: ¿quiénes son estos rostros que encuentro todos los días y despiertan el gusto por estudiar y vivir así?
La primera plantea una actitud pasiva: lavo los platos porque me toca, hago reunión porque todos van, entonces no tengo chances y, mientras hablan, miro cada dos minutos el reloj pensando en las cosas que tengo que hacer luego. En fin, no soy yo el que vive, son los otros.
La segunda, vivida intensamente, mueve todo mi ser, lo despierta cada mañana con un deseo de estar atento a cada acontecimiento, pone en acción hasta el más mínimo detalle de mi persona.
Son dos posturas, en la primera estoy solo, en la segunda sigo a una compañía.
Tranquilamente se puede vivir solo (aun viviendo en la Residencia), pero es inmensamente mas difícil que estando juntos. ¿Por qué? Porque todos estamos haciendo el mismo camino. Esta es una propuesta guiada y sostenida por una compañía que nos reclama constantemente a lo justo y lo verdadero. Y este es el mismo reclamo que hacemos a nuestra vida.
Con amigos así el trabajo es distinto a los demás, vivir la universidad es distinto a cómo la viven los demás, la familia termina siendo distinta a la de los demás.
Para experimentar esto tenemos, como primera herramienta, la Reunión de Casa, un momento concreto en la semana en el que se pone en juego todo lo que soy, y se juega con otros que comparten la misma experiencia.
Todo está hecho para algo bueno, cada detalle, hasta el más imperceptible gesto (el lavar los platos, el limpiar el hogar, el preparar la comida) se nos presenta como una oportunidad para reconocer lo que más deseamos. Sin embargo, soy yo quien decide: se puede permanecer como si nada de lo que acontece ante nuestros ojos nos correspondiera, o bien mirar a aquellos que viven intensamente la propuesta y seguirlo. Sólo así, siguiendo, nuestra vida se ensancha y nuestro corazón explota. Deseamos de todo corazón ayudarnos a encontrar el significado de nuestra vida en esta gran obra.


Julio César Lozeco

Albert Camus: la clase del maestro Bernard

de Le premier homme, Gallimard, 1994 (pág. 161 y ss.)

Capítulo 6bis. La escuela

“Con el M. Bernard, esta clase era constantemente interesante por la simple razón que él amaba apasionadamente su oficio. Fuera, el sol podía gritar sobre los muros leonados mientras que el calor crepitaba dentro de la misma sala, aun estando hundida en la sombra de persianas con gruesas líneas amarillas y blancas. Bien podía caer la lluvia como lo hace en Argelia, en cataratas interminables, haciendo de la calle una canaleta sombría y húmeda, pero la clase se distraía apenas. Sólo los mosquitos en los tiempos de tormenta volvían a veces la atención de los niños. (…) Pero el método de M. Bernard, que consistía en no ceder nada a la conducta y volver, por el contrario, viva y divertida su enseñanza, triunfaba aun sobre los mosquitos.
(…)
Sólo la escuela les daba a Jacques y Pierre estas alegrías. Y sin duda aquello que ellos amaban tan apasionadamente en ella era aquello que no encontraban en ellos, donde la pobreza y la ignorancia volvía la vida más dura, más apagada, como cerrada sobre sí misma; la miseria es una fortaleza sin puente levadizo.
(…)
No, la escuela no les proveía solamente una evasión a la vida de familia. En la clase de M. Bernard al menos, ella alimentaba en ellos un hambre más esencial aún para el niño que para el hombre y que es el hambre del descubrimiento. En las otras clases, aprendíamos sin duda muchas cosas, pero un poco como se ceban los gansos. Se les presenta un alimento ya hecho, rogándoles que lo traguen. En la clase de M. Germain, por la primera vez ellos sentían que existían y que eran el objeto de la más alta consideración: se los juzgaba dignos de descubrir el mundo. Y, más aún, su maestro no se abocaba sólo a enseñarles aquello que se le pagaba para que les enseñara, él los acogía con simplicidad dentro de su vida personal, la vivía con ellos, les contaba de su infancia y de la historia de los niños que él había conocido, les exponía sus puntos de vista, no sus ideas (…).
(…)
Al fin de cada trimestre, antes de mandarlos de vuelta a las vacaciones, y de tiempo en tiempo, cuando el empleo del tiempo se lo permitía, él había tomado el hábito de leerles largos extractos de Las cruces de madera de Dorgelès. (…) Jacques escuchaba solamente con todo su corazón una historia que su maestro leía con todo su corazón y que le hablaba de nuevo de la nieve y de su querido invierno, pero también de hombres singulares (…). Él y Pierre atendían cada lectura con una impaciencia cada vez mayor.
(…)
Y el día, al final del año, donde, llegados al fin del libro, M. Bernard leyó con una voz más sorda la muerte de D., mientras que cerraba el libro en silencio, confrontado con su emoción y sus recuerdos, para levantar luego los ojos sobre su clase inmersa en el estupor y el silencio, vio a Jacques en la primer fila que lo miraba fijamente, el rostro cubierto de lágrimas, acompañadas de sollozos interminables, que parecían no deber detenerse jamás. “Vamos, pequeño, vamos pequeño”, dice M. Bernard con una voz apenas perceptible y se levantó para ir a acomodar su libro en el armario, de espaldas a la clase.
(…)
“Espera, pequeño”, dice M. Bernard. (…) “Toma, dice él, es para ti.” Jacques recibió un libro cubierto de papel marrón de almacén y sin inscripciones sobre la tapa. Aun antes de abrirlo, él sabía que era Las cruces de madera, el mismo ejemplar sobre el cual M. Bernard hacía la lectura en clase. “No, no, dice él, es…” Él quería decir: es demasiado bello. No encontraba las palabras. M. Bernard sacudió su vieja cabeza. “Tú lloraste el último día, ¿te recuerdas? Desde ese día, este libro te pertenece.” Y él se volvió para esconder sus ojos de súbito enrojecidos.

(…)
El niño lo miraba, sin una lágrima (y toda su vida fue la bondad y el amor quienes le hicieron llorar, jamás el mal o la persecución que reforzaron su corazón y su decisión contraria) y ganó de nuevo su banco.

"Los Coristas" y la experiencia de la belleza

Les Choristes (2004)
Christophe Barratier (dir.)
con Gérard Jugnot - Kad Merad - Jean-Baptiste Maunier
Música: Bruno Coulais

Por tercera vez en la semana vi la película Los Coristas y esta vez a medida que la miraba iba encontrando algunas cosas que antes no había notado y profundicé en otras que intuía: me llamaba mucho la atención este prefecto, el protagonista, sobre todo por la forma aparentemente casual en la que había llegado al internado. El hecho me sorprendía más porque él se sentía un músico frustrado. Todo lo que pensaba de sí mismo, lo que ansiaba ser, su proyecto de sí mismo se habían caído. Por esto, cuando llegó al internado llegó sin planes, sin conocer lo que le esperaba, estaba a la espera de lo que la realidad le presentara, estaba abierto a lo que se pusiera en su camino. Por eso, cuando conoció la circunstancia en la que fue puesto, supo responder, supo obedecer a la verdad. Entonces, en ese lugar, ese prefecto era Libre, porque él, en ese lugar, se era útil, encontraba un nuevo sentido en su vida (a su vida), había descubierto para que fue hecho: encontró su vocación. Tanto es así que, al final, nos lo revela: él “dio clases por el resto de su vida”... y luego añade “para él... ¿Para él? No...”
También hoy, encontré más clara la antítesis de este prefecto: el director. Las similitudes y diferencias de estos dos personajes, no se alcanzan a comprender, sino hasta el diálogo posterior al despido del prefecto. Ahí se revela por qué Rachin está ahí y el origen de su maldad. El nunca quiso ser profesor, había fracasado en sus proyectos (igual que el prefecto) y viendo que su vida no era como él quería, intentó manipularla, la negó, negó la verdad, quiso imponer su idea ante la realidad que se le presentaba. Por eso su idea de “disciplina”, por eso su abusivo control en los alumnos. Este negaba la verdad, por eso vivía sin paz, vivía en un inútil y desesperado esfuerzo humano por hacer la realidad, por manipular la Verdad. El director no era Libre porque negaba la Verdad.
Otra cosa que me llamó mucho la atención en la película fue otro “contraste”: el prefecto, para componer, se inspiró en ellos y hablaba de ellos. Esto se percibe muy bien al observar la letra de sus composiciones, lo que cantaban. El prefecto les hablaba de sus vidas y les hablaba de una forma esperanzadora (además, también para él ellos habían devuelto su razón de ser). Esto era totalmente nuevo para estos chicos, por primera vez, alguien les hablaba de sus vidas alguien les mostraba algo que tenía que ver con ellos. El contraste está (y ahí es muy evidente) cuando ingresa a la clase el profesor de matemática luego de la práctica del coro, se sienta y muy secamente dice: “aritmética, pagina 27”. Luego también se lo ve redactando un problema (¡Nada les hablaba de ellos!). Este contraste es el que hace evidente que estaban viviendo algo nuevo, algo distinto en sus vidas.
Otra cosa, que me gusta mucho de la película es algo que hace unos días hablaba con un amigo, el tema de la Belleza. Este prefecto a través de su música les muestra a sus alumnos una Belleza, les comunica una razón por la cual vivir, una “Luz al final del camino...”, como dice en una de sus composiciones. Les muestra la Belleza en la vida, para su vida, ¡y a partir de aquí es cuando comienza a cambiar sus vidas para siempre! Esto se evidencia en el cambio de Chabert (principalmente) y un poco en el director. A medida que crece la experiencia del coro, sus personalidades se van transformando, son vencidas por los hechos. Para todos, este encuentro con la Belleza es decisivo en sus vidas, este cambia la vida para siempre. Esto se ve en los integrantes del coro (sobre todo en Pépinot y Morhange).
Esta Belleza, era algo que nunca habían tenido y era más grande, los hacía sentirse más plenos que cualquier cosa que hubieran visto antes. Por eso (como cualquier “mas” que recibe el ser humano), lo quisieron para siempre, para toda la vida.
Caso especial a considerar es el del director el cual encuentra la Belleza, pero luego la niega, nuevamente en su esfuerzo por controlar la realidad. Rachin, se niega a la Belleza porque esta demolerá su estructura, lo cambiará. Este la avala, en un principio, porque ve que le soluciona cosas, porque se las vuelve más fácil. Pero cuando la Belleza, pone en juego su Libertad, es decir, cuando le obliga a comprometerse, la niega porque es más “fácil” seguir su estructura. Por eso también llega a despedir al prefecto. Pero su esfuerzo es inútil (nuevamente) porque el prefecto ha dejado una huella en los corazones de los niños, les ha mostrado, les ha despertado una parte de su corazón y eso ya no se dormirá jamás.



Al terminar de mirar la película con mi amigo, nos sentamos a hablar un rato, cuando, de pronto, se fue la luz... Estuvimos un rato alumbrándonos con celulares mientras hablábamos, hasta que me dije “podría aprovechar que no hay luz para ir a mirar un rato las estrellas”... y fui.
Afuera, las miré por un rato, miré el cielo. Hasta que de pronto vi una imagen que me dejó duro... en mi campo visual había dos pinos; en medio y por encima de ellos, había unas corpulentas nubes que estaban como veteadas y entre esas “vetas” y por encima... un cielo estrellado como pocas veces se puede ver por acá (ayudaba mucho el hecho de que se hubiera cortado la luz). De repente, se me abrieron los ojos y pude ver con claridad, todo tomaba una forma más tridimensional. Es como si comenzara a tomar noción del “eje z” en mi campo visual.
Todo tomaba nueva dimensión: esos pinos. A unos veinte metros... tan cerca... o tan lejos... el cuerpo de las nubes, como isla flotante... y con mi imaginación volaba hasta las estrellas. Cada una de estas observaciones me hacían sentir más pequeño... tan pequeño... y miraba mis manos y ya no veía solo una mano... sin dejar de sentirme pequeño me sentía gigante a la vez... (de sólo recordarlo, esta sensación vuelve a mi). De repente, vuelvo mi mirada nuevamente al cielo, repitiendo todo lo anterior y no puedo dejar de admirar... Hasta que noto algo distinto, algo de lo que no me había percatado: entre estrella y estrella ¿Qué hay? Una mancha negra azulada que cubre la mayor parte de mi campo visual y que, sin embargo, no había notado antes. La medí (de igual forma que todo lo demás) y me di cuenta de algo impresionante: la distancia entre esa mancha y yo era incalculable... ¡Estaba mirando directamente el Infinito!
Me quedé duro... y me sentí más pequeño que antes, y a la vez más gigante. De repente todo se hizo tan claro...
Lo único que pude pensar fue: “Ojalá, Señor, ellos puedan verte como yo te veo ahora”.
Creo que acabo de experimentar la Belleza...

Ojalá algún día pueda expresar con palabras todo lo que veo.


Nicolás Bie

EDITORIAL JULIO 2008 (Juicio de CLU)

Dentro de la vida, una intuición:
todo es para algo bueno

El primer realismo
es que la solución no puede ser un volante, sino un nuevo modo de vida que pueda construir mi persona.

Frente a la dificultad, la alternativa es
… la de buscar una solución “rápida y eficaz”. Esta opción significa violencia: imponer la solución a los otros, o quedar aprisionados en lo que el poder dicte como “verdad”, tal como lo hemos presenciado en estos días en el conflicto social con el gobierno, o en el modo en que se nos propone mirar la historia de la Universidad (sólo a partir de lo acontecido hace 90 años, con la reforma universitaria).

… o bien ser pacientes para construir
–y esto implica diálogo–, ya que los hombres están definidos en verdad por otra cosa (algo Infinito), que es lo que les da su dignidad.

Para vivir intensamente la realidad,
hay que llegar a una pregunta, a una intuición que surge dentro de la vida: todo tiene un destino bueno. Esta es la postura auténticamente humana, la postura religiosa. Es Otro el que nos está llamando a algo grande.

Cómo irán las cosas,
no lo podemos saber de antemano, pero la compañía de gente que tiene esta misma pregunta nos permite estar plenamente dentro de la realidad sin escaparnos. Nos sostiene en la postura de búsqueda auténtica: ¿Qué quiere de mí el Destino con esto que pasa?

Así nacen las obras entre nosotros,
de una necesidad juzgada en compañía: desde acompañar la soledad de los ancianos hasta crear una revista universitaria; desde reunirnos en torno a la música o el ensayo de una obra de teatro, hasta adentrarnos juntos en el estudio.

COMUNIÓN Y LIBERACIÓN UNIVERSITARIOS (CLU)
comunionyliberacion@gmail.com

Cassandra's Dream: la tragedia de la debilidad humana

Cassandra’s dream (2007)
Woody Allen (dir.)

con Ewan McGregor - Collin Farrell

Dos hermanos, Terry e Ian, son los protagonistas de esta historia. Gran parte de los personajes son ambiciosos sin muchos escrúpulos, ambición por dinero, éxito o poder; excepto Terry, simple mecánico, que padece la adicción al juego, a las pastillas y al alcohol. Este desdichado querrá salir de la cadena de maldad comenzada con Ian, pero no podrá. Su buena intención, en medio de la maldad cometida, no será suficiente. Extraña ironía, que el más débil, en su simpleza, pueda ver la maldad obrada sin mentirse a sí mismo.
Quizás la esencia de la película sea la tragedia de la debilidad humana entrelazada en sus dos posibilidades: la maldad efectiva y el infortunio. Sin embargo, a pesar de que la hybris humana desencadena consecuencias desastrosas, para Woody Allen, la conciencia no parece algo sobre lo cual se pueda pasar por arriba sin más. Estalla, entonces, la desproporción dolorosa en el interior de la acción humana: entre lo que soy, lo que quiero ser y lo que efectivamente hago. La película concluye en la incertidumbre trágica, los acordes de fondo recuerdan vagamente la atmósfera que abre Die Walküre de Wagner, y toda la ambición humana parece estrellarse contra un destino sordo e irónico.
No se pueden evitar algunos retorcijones del estómago al ver esta película: ¿quién puede, de hecho, deshacer la maldad humana, mi maldad humana? ¿Quién puede decir con sinceridad: ‘yo jamás haría eso’, ‘a mí la ambición nunca me dominará’, ‘yo jamás mataré’? Ninguno de nosotros.
Dos preguntas más: primero, ¿el acontecer terrenal se reduce verdaderamente al desarrollo inevitable de ‘causa y efecto’ o es, ante todo, posibilidad de un imprevisto, relación en su raíz con otro orden, con un orden desde el cual se puede recomenzar siempre de nuevo? Segundo, ¿quién vendrá en ayuda del “hombre terrenal, confundido, amenazado por el caos” (Auerbach, Figura), esclavo de hecho de su debilidad?
Parece que para Woody el deseo de realizarnos concluye en bienes engañosos que llevan a la muerte y a la destrucción. Es la extrañeza máxima delante del destino que, escondido, enmudece delante del teatro del mundo.
Quizás. Miren atentos la mesa de luz de Terry. La última palabra sobre el destino humano no la tiene la nada, sino el Ser.


Patricio Perkins

Volantes frente al Congreso de la Nación: un pueblo educado en la constructividad social

EL FRENO A UN PODER SIN RAZONES ES UN PUEBLO EDUCADO EN LA
CONSTRUCTIVIDAD SOCIAL

Las pruebas y dificultades que aparecen en la realidad histórica revelan qué es lo que verdaderamente sostenemos como importante, justo y verdadero. Por lo tanto, revelan nuestro verdadero interés supremo, y son una ocasión para educarnos.
No tenemos la pretensión de proponer otra solución técnica al debate sobre el conflicto del campo sino de identificar cuáles son los valores radicales en juego y proponer una forma de vida.

a) La concepción de la persona y el hombre: El hombre tiene valor en sí mismo y no porque es legitimado por las instituciones, por la mayoría o por lo que dice el poder. Cuando se olvida que el hombre es creado por Dios, es normal el riesgo de reducir a la persona a instrumento y esclavo del poder político de turno.

b) La concepción de la sociedad y del Estado: Protagonista de la vida pública es la sociedad, el pueblo (la gente que trabaja, los padres que educan a los hijos, quien tiene el deseo de construir y aportar algo a la sociedad, etc.). La gente, eligiendo a los gobernantes, no les delega este protagonismo por el período del mandato. El bien común no debe ser reemplazado por un proyecto impuesto por el Estado. La legitimidad del ejercicio del gobierno no implica que la sociedad toda deba acatar proyectos que atenten contra la sana, Libre y solidaria construcción social. Es la sociedad, no el gobierno del Estado, la que construye el bien común. La tarea de la función pública es favorecer, custodiar y orientar esta construcción, no sustituirla.
En este sentido proponemos la Doctrina social de la Iglesia que afirma todo esto llamándolo Principio de Subsidiariedad del estado y rechaza toda forma de centralización, de burocratización, de asistencialismo, de presencia injustificada y excesiva del Estado y del aparato publico , ya que interfieren indebidamente en aquello que es responsabilidad de las personas y de las organizaciones menores.

c) Valor y concepción del diálogo: El diálogo no es debilidad; por el contrario, cualquier solución rápida y aparentemente eficaz casi siempre genera violencia. En el diálogo es importante entender los intereses, exigencias en juego y no limitarse a un choque de posiciones, porque así se olvidan las personas concretas y se desconoce cualquier razonabilidad o justicia en reclamos, opiniones o llamados a la revisión de lo actuado, descalificando al interlocutor, pero sin atreverse a confrontar la verdad de estos reclamos. Hacemos nuestro el juicio de los Obispos: "la solución solo puede encaminarse mediante gestos de grandeza y una vigencia aún más plena de las instituciones de la República".

d) El valor de la paz social: Tarea de los gobernantes es buscar la pacificación social, y no insistir en ahondar las diferencias y colocar a todo aquel que no se pliegue al proyecto oficial en la vereda de los enemigos del pueblo.
En este tiempo de confusión, es necesario mirar aquellos lugares donde el pueblo es educado en una pasión por la verdad en libertad, solidario con todo aquel que encontremos en el camino.
Lugares que, teniendo como principal interés la persona concreta, permiten sostener esta esperanza de edificar una casa más habitable para el hombre libre, constructor inclaudicable, en busca de su destino. Necesitamos un Estado que favorezca y reconozca la dignidad de todos los ciudadanos, que no intente suplantarlos en el ejercicio de su libertad creativa.

MOVIMIENTO ECLESIAL COMUNIÓN Y LIBERACIÓN - Julio 2008
secretaria.baires@cl.org.ar

Oscar Wilde: frente al dolor, la pregunta sobre el Destino

LA BALADA DE LA CARCEL DE READING



¿De qué otra forma sino
A través de un corazón roto
Puede ingresar Cristo Nuestro señor?

Con estos versos me fue dedicado el libro, empecé a leerlo por curiosidad, era un regalo de un amigo y no podía hacer menos que sentarme unos segundos, desplegar algunas hojas y adentrarme en el misterioso mundo de la lectura. Porque uno no sabe con qué se encontrará, pero tiene la sensación de que algo sorprendente entrará y lo trastocará por completo.

Y esto es lo que logró La Balada de la Cárcel de Reading. Este texto poético, en forma de balada, que relata la penosa y dolorosa experiencia que el propio autor ha vivido en carne propia, en ese infierno de piedras llamado cárcel.

Sólo bastaron dos páginas para descubrir que ellas acogían el dolor de un hombre, dolor tan intenso que resuena desgarrador, como si no hubiera nada más que hacer, sólo dejar caer los brazos y entregarse a la inmensa angustia de la prisión. Pero, aun en medio de tanto dolor, odio y sufrimiento, podemos toparnos con una presencia que es capaz de exaltar la preguntas últimas de nuestro corazón, un rostro que nos interpela y nos da la paz de reconocer que es Otro el que hace las cosas y quien juzga al hombre. (Cristo aparece entonces como la respuesta última a estas preguntas, y ante esto se pone en juego la libertad).
Reading Gaol. Grabado

No creo ser capaz de desarrollar una crítica literaria de la obra, sólo he podido verificar cómo, a través de cada verso de esta balada lastimera, se exalta el drama humano, el drama del hombre frente a su destino, del hombre que debe morir por haber matado lo que amaba...

Oscar Wilde está considerado como uno de los dramaturgos más destacados del Londres victoriano tardío; además, fue una celebridad de la época debido a su puntilloso y gran ingenio. Su reputación se vio arruinada tras ser condenado a dos años de trabajos forzados en la carcel de Reading en un famoso juicio en el que fue acusado de indecencia grave, por una comisión inquisitoria de actos homosexuales.

En este libro el propio autor relata su desgarradora experiencia, aquella que lo enfrenta a la Muerte y a la propia conciencia del Pecado, como aquello que mortifica su vida.
El inicio de la balada es el reflejo del tormento del propio condenado, que parece tornarse en certeza cuando, con vehemente ira, la Muerte se apodera de su templanza. Dios aparece entonces como un terrible anhelo, como la única respuesta a ese dolor, pero que, sin embargo, parece no apiadarse de su alma.
Es así como su dolor se hace insondable, pero, al ver a aquel que mira tan ansiosamente el dia, sus preguntas parecen no callarse nunca.

El encuentro con una presencia humana
Surge una pregunta sobre el propio destino, a partir de mirar a este hombre que, a punto de ser ejecutado, “mira tan ansiosamente el día”.

Caminaba entre los procesados
Con un traje gris raído,
Había una gorra cricket en su cabeza
Y su paso parecía ligero y alegre
Pero nunca vi a un hombre
Que mirara tan ansiosamente el día

Nunca vi a un hombre que mirara
Con ojos tan ansiosos
Esa pequeña cara azul
Que los prisioneros llaman cielo
Y cada nube flotante que pasaba
Con sus velas de plata

Solo supe que pensamiento acosador
Apresuraba su paso y porque
Miraba el día ostentoso
Con ojos tan ansiosos
El hombre había matado lo que amaba
Y por eso debía morir


Una presencia que me conmueve, la pregunta sobre mi destino


Y yo y todas las almas en pena
Que vagabundeábamos en el otro cerco
Olvidábamos si nosotros mismos habíamos hecho
Algo grande o algo pequeño,
Y observábamos con mirada de torva sorpresa
Al hombre que debía ser ahorcado

Porque era extraño verlo pasar
Con paso tan ligero y alegre
Y era extraño verlo mirar
Tan ansiosamente el día
Y era extraño pensar que él
Tuviera tal deuda que pagar

Frente a su destino este hombre no puede más que sentir temor...

Éramos como hombres que por un pantano
De asquerosa oscuridad andan a tientes;
No nos atrevíamos a susurrar una oración,
O a dar espacio a nuestra angustia;
Algo estaba muerto en cada uno de nosotros,
Y lo que estaba muerto era la Esperanza

Porque el toque de las ocho era el toque del Destino
Que hace execrable a un hombre,
Y el destino usará un lazo corredizo
Para el mejor hombre y para el peor


Pero el Destino último permanece frente a nuestra vida, por lo que nace la pregunta: ¿quién eres?

Pero ni una rosa blanca como la leche ni una roja
Puede florecer en el aire de la cárcel;
Las cáscaras, los guijarros, los pedernales,
Es lo que nos dan allí:
Porque se ha sabido que las flores curan
La desesperación de un hombre común

De modo que nunca la rosa roja como el vino
Ni la blanca
Pétalo por pétalo, caerán sobre esa extensión de barro y arena
Que yace junto a la pared ominosa de la cárcel,
Para contarles a los hombres que andan por el patio
Que el hijo de Dios murió por todos

¡Ah! ¡Felices aquellos cuyos corazones pueden romperse
Y ganar la paz del perdón!
¿De que otra forma sino a través de un corazón roto
Puede ingresar Cristo, Nuestro Señor?



Siempre, frente a nuestro Destino último, a la respuesta a las preguntas últimas del corazón se pone en juego nuestra libertad; soy yo quien decide.
Es el punto mas concreto en el que se juega la libertad del hombre. Reconozco algo que está y que corresponde hasta con mi propia muerte, que me “libera” y, sin embargo, termino no adhiriendo a él, y decido someter mi humanidad a la ruindad de mi pecado: El hombre había matado lo que amaba, y por eso tenia que morir (¡qué forma de terminar el libro!):

Y allí, hasta que Cristo llame a los muertos,
En silencio, déjenlo yacer;
No es necesario malgastar lágrimas necias,
Ni exhalar suspiros profundos;
El hombre había matado lo que amaba,
Y por eso tenia que morir.

Si crees en Dios y no existe un Dios: ¿por qué yace una criatura en el fondo de las tinieblas e invoca algo que no existe? ¿Por qué sucede así? No existe nadie que oiga la voz que llama en las tinieblas. Pero ¿por qué existe la voz?
(Pär Lagerkvist)

Julio César Lozeco

Dos notas surgidas de Tosca de Puccini

Sobre la música

A raíz de diálogos desveladores –si se me permite la palabra- con un amigo acerca de la música en el Teatro Argentino en la representación de Tosca de Puccini (nada menos), ambos pensamos dar cuenta de ellos.

La música es el arte por antonomasia, el arte entre las artes. Y es que en verdad entre todas las formas artísticas, la música es la más conocida, la que está entre nosotros todos los días. Toda persona, sea cual fuere su estrato social está en contacto con ella.
La música se representa a sí misma, y eso la hace distintiva con respecto a las artes plásticas o a la literatura que representan miméticamente la realidad.

Cabe advertir que a veces la música imita o trata de representar a la naturaleza, pero estos casos no son mayoría. Recuerdo, por ejemplo El vuelo del moscardón de Rimsky Korsakov que es un interludio orquestal en que se percibe el vuelo justamente de un moscardón o abejorro (Poljot šmelja). O bien la famosa Obertura 1812 de Pyotr Ilyich Tchaikovsky, donde se notan sonidos bélicos y marchas marciales. Esta obra se le encargó al compositor para celebrar la victoria de los rusos sobre Napoleón en 1812. Otro ejemplo de mímesis es el de la flauta traversa: ésta suele imitar el canto de las aves, como sucede en una canción italiana llamada Rondine al nido (“Golondrina al nido”), compuesta por Vincenzo De Crescenzo, cuya interpretación más conocida y hermosa es la del gran Luciano Pavarotti.
Pienso que la música tiene a su vez significante y significado, o bien tanto imagen acústica como concepto. Identificado el objeto que la música refiere, ésta cobra significado; puede ser polisémica, al contener diversos significados y sentidos. A veces su significado es misterioso siendo inasible su totalidad. El ser humano casi por necesidad, o vaya uno a saber por qué (y aquí el lector podrá dar su valioso parecer), reconoce un significado en la música que escucha. Sus efectos colaterales y cognoscibles nos hacen elevar a un estadio superior cuando nos conmueve.
Pareciera haber un flujo de pasión en que el alma siente rebrotar sus alas que la ayudarán a volver a su condición divina supraterrenal donde contemplar el mundo de las ideas, siguiendo el motivo platónico de Fedro.

Recuerdo otra definición que denomina la música como “el arte del tiempo”, a lo que Søren Kierkegaard agregó no sin razón: de un tiempo sin tiempo. Relacionamos esta acotación con el sentido trascendente que tiene la música cuando se lo encontramos. Con la experiencia que, una vez ocurrida, nos altera para bien. Nadie es el mismo cuando aprehende ese sentido en la música, una vez que este sentido trascendente se nos revela como algo bello por ser inteligible sin reflexión (pensamiento de André Maurois). Pareciera una letanía divina que nos recuerda nuestra condición (¿cuál es nuestra condición?). Vemos en ella un medio de los infinitos que tiene Dios para manifestarse en tantas, y a veces tan extrañas maneras.

Y en la medida en que van fluyendo las palabras y asociaciones de ideas, pienso:

¿Acaso uno no siente amor cuando lo conmueve la música, haciéndole sentir una extraña sensación hasta física que irradia frescura a todo el cuerpo, como la sangre, alterando nuestro estado de ánimo en una emoción vital y plena, localizándose la vivencia general y finalmente en la mente, toda vez que nos embelesa los sentidos?

Si Dios es l’Amor che move il sole e l’altre stelle (nada es sino por Amor, para amar; el amor es el medio; el amor es el fin), ¿no sentimos su presencia mediante la música?

Lucas Esandi


Vissi d’arte, vissi d’amore: la tragedia de Tosca


A propósito de arte, amor y Dios, es justamente en el aria Vissi d’arte donde los tres se dan cita para poner en evidencia la tragedia de la célebre artista de la ópera de Puccini.

Al terminar de escucharla y de asistir al terrible final, me surgió la pregunta: ¿Por qué Tosca parece tan modernamente trágica? No se trata solamente de los acontecimientos que se desarrollan a lo largo de su trama, que desembocan en la muerte de los amantes. Algo más es lo que la hace trágica y no simplemente triste.

En la obra Dios es invocado como una instancia suprema de sentido y del destino, pero es un Dios en apariencia sordo y mudo. Existe un abismo que impide llegar a Él y su designio es imposible de “comprender” y, por lo tanto, de aceptar. El Te Deum que sirve de fondo al monólogo “omnipotente” del prepotente Scarpia, en el que se regodea de antemano con la posesión sexual de Tosca y la destrucción de su amante, el pintor Cavaradossi, establece un intenso contrapunto con dicho monólogo trágico, en el que Scarpia se exalta al infinito. En efecto, el villano termina diciendo: Tosca, mi fai dimenticare Iddio (“Tosca, me haces olvidar a Dios”). Estas son sus palabras, pero es en realidad la omnipotencia, que él pretende como respuesta a su enorme sed de grandeza, la que trágicamente lo separa del verdadero “único omnipotente” (glorificado, aunque más no sea a fuerza de tradición, con el magnífico Te Deum que acaba dominando la escena). Verdadero único omnipotente, del cual la hermosa Tosca constituye un signo innegable, si él quisiera verla…


Te Deum. Cornell MacNeil como Scarpia

Por el contrario, Tosca es una pía mujer. Pero esto no alcanza para eximirla de la trágica separación del Misterio que crea todas las cosas. Su separación es tan grande que termina destruyéndose a sí misma, después de darse cuenta de que su amado Cavaradossi se ha perdido (para siempre).


Vissi d'arte. Maria Callas como Tosca

Vissi d’arte, vissi d’amore (“Viví de arte, viví de amor”): todo refugio estético y amoroso se revela débil en la hora del extremo dolor. La injusticia es patente: Non feci mai male ad anima viva (“Nunca hice el mal a ninguna criatura viviente”). Más aún, en los días bellos de la vida, Tosca alabó y pidió a Dios sempre con fè sincera

Es un dulce clamor final el de la cantante a Dios, el grito de un niño bueno abandonado por su padre: Peché me ne rimuneri così? (“¿Por qué me lo pagas así?”).

No se entiende, pues, la fría mudez del divino interlocutor, acaso porque no queda más salida que considerarlo ausente, o irremediablemente lejano, en una modernidad que ya no está dispuesta a creer que Dios puede manifestarse también a través del dolor.

Vissi d’arte, vissi d’amore,
non feci mai male ad anima viva!
Con man furtiva
quante miserie conobbi aiutai.
Sempre con fè sincera
la mia preghiera
ai santi tabernacoli salì.
Sempre con fè sincera
diedi fiori agl’altar.
Nell’ora del dolore
perchè, perchè, Signore,
perchè me ne rimuneri così?
Diedi gioielli della Madonna al manto,
e diedi il canto agli astri, al ciel,
che ne ridean più belli.
Nell’ora del dolor
perchè, perchè, Signor,
ah, perchè me ne rimuneri così?


Viví de arte, viví de amor,
¡nunca hice el mal a ninguna criatura viva!
Con mano furtiva
conforté cuantas miserias conocí.
Siempre con fe sincera
mi plegaria a los santos tabernáculos subió.
Siempre con fe sincera
ofrecí flores al altar.
En la hora del dolor,
¿por qué, por qué, Señor,
por qué me lo pagas así?
Ofrecí joyas al manto de la Virgen,
y ofrecí el canto a los astros, al cielo,
que entonces reían más hermosos.
En la hora del dolor,
¿por qué, por qué, Señor,
ah, por qué me lo pagas así?

Santiago Disalvo

Beethoven III: Missa Solemnis

Y Beethoven dice: “Esta es mi obra más completa”

Sólo una breve frase del Papa y un movimiento de la Missa Solemnis de Beethoven, mi preferido, por cierto, el "Gloria":


Beethoven. “Gloria”, Missa Solemnis. Dir. Leonard Bernstein


La Missa Solemnis, explica el Papa: “no es música litúrgica. El sujeto, con su pasión y grandeza, testimonio de una época de transición, toma posición en primer plano. Tampoco la Fe en la Iglesia esta dada por descontada. La plegaria expresa la lucha con Dios, el sufrimiento por Dios, y el sufrimiento interior es como un escalón de una escalera en la cual la humanidad se agarra intentado aferrar a Dios (…).
"En este sentido, la Missa Solemnis es un testimonio desconcertante de una fe siempre a la búsqueda del Señor y que en los siglos lo redescubre a través de la plegaria. Y es plegaria en el sentido más profundo de la palabra. Lo que conduce a la plegaria, conduce a Dios".
(Extraído y adaptado del artículo “Y Beethoven dice: ‘Esta es mi obra más completa’”, revista Tracce, abril 2008 )

¿Por qué me gusta? Como todo en Beethoven, su música es petición, cada nota, cada movimiento es petición de algo más grande que el mismo. Y, a su vez, es signo de eso mismo que pide que suceda. Signo y petición. Pero con una humanidad latente y potente.

Nicolás P.

UNIVERSIDAD: ¿Desde dónde partir?

Según un informe de la Secretaría de Políticas Universitarias, existen marcadas dificultades en los alumnos universitarios al rendir sus exámenes en el año. Según los datos ofrecidos, no aprueba ninguna materia el 25% de los alumnos universitarios, tan sólo un 8 % de ellos aprueba entre tres y cuatro materias en un promedio de todas las universidades. La Universidad Nacional del Litoral no está exenta de tal realidad. Según esos mismos datos (correspondientes al año 2007), el 20% no aprueba ni siquiera una materia en el año.


En el artículo se recogen opiniones de diferentes personalidades:


"Un factor explicativo es la desorientación con que muchos alumnos llegan a la universidad, sin saber bien qué quieren estudiar. Se inscriben, vienen a clase algunas semanas y se dan cuenta de que no es para ellos. O se anotan y ni aparecen", dijo Sánchez Martínez, ex secretario de políticas universitarias y rector de la Universidad Blas Pascal, en Córdoba, "tampoco puede pretenderse que cursos de un mes o poco más remedien los graves problemas del secundario".


"Algunas privadas tienen un sistema de tutores que no siempre es eficiente. El fenómeno es el mismo que en las públicas. Se habla mucho de estrategias de retención, pero se hace poco en la práctica y lo que se hace no es sistemático", dijo Víctor Sigal, investigador en educación superior de la Universidad de Belgrano (UB).

"La universidad no puede ser selectiva. El desafío es dar calidad y hay que ver cómo la universidad se está haciendo cargo de la gestión pedagógica" dijo Edith Litwin, secretaria académica de la UBA.

Considerando estas intervenciones, y observando la realidad a la que constantemente como estudiantes universitarios nos enfrentamos, se nos hace presente la pregunta que con una inmensa genialidad nuestro Papa Benedicto XVI lanzó en el discurso (censurado) para la Universidad La Sapienza en Roma: ¿Cuál es la naturaleza y misión de la universidad?, y continúa: “¿Cuál es su función? (...) creo que puede decirse que el origen auténtico e íntimo de la universidad estriba en el anhelo de conocimiento propio del hombre. Éste quiere saber qué es todo aquello que lo rodea. Quiere verdad.”

¿Que significa buscar la Verdad? ¿Que tiene que ver conmigo?: profundizar en su significado parece una tarea un tanto fatigosa. Esta desorientación que como jóvenes tenemos, de no saber qué hacer, de sentirnos fuera de todo lo que sucede, nos hace olvidarnos cada vez más de los deseos de nuestro corazón, entonces entramos a la universidad como “caballitos de batalla”, tratando de ir derrotando todo lo que se nos presenta alrededor, solos, sin alguien que nos acompañe en este camino. Tarde o temprano nuestras fuerzas se agotan y terminamos en un ensayo de “prueba y error”.

Una amiga que está a punto de terminar la carrera de Medicina en la Universidad de Rosario me decía: “recién a los 27 años, estoy segura de continuar en la medicina legal y forense. Pero para mí no fue fácil tomar esa decisión, empecé Ingeniería Química, y la abandoné a fines de año, sin rendir ninguna materia. Seguí con Biotecnología, con el mismo resultado. Al año siguiente me anoté en Medicina, y sólo entonces confirmé mi vocación”.

Tanto quienes han ingresado cargados de espera como quienes se encuentran desde hace tiempo en una carrera, parecen encontrarse con una escena de franca desolación, más que preocupante. Aquellos que tienen la tarea de promover el crecimiento de la universidad y de dirigirlo en una dirección segura –gobierno, profesores de la universidad, estudiantes– deben asumir una responsabilidad eficaz, aunque hoy cada uno va por su camino, descargando en los otros todo tipo de dificultades. Si no tenemos la voluntad de participar e intervenir, la confusión en la que nos encontramos será cada vez mas profunda y la universidad entrará en crisis.
En este lugar en el que parece que lo más conveniente es “no pertenecer a nada ni nadie”, estamos con deseos de aprender, de seguir en la búsqueda del significado y la verdad de las cosas y de contribuir con todo lo que somos a una construcción común.
Desearíamos que estos años fueran la ocasión de una respuesta a tal tensión, la cual se encuentra en el origen del fenómeno mismo de la universidad. Pero nuestro deseo no basta. Hay necesidad de asumir con urgencia el compromiso de avanzar decididamente en la búsqueda de soluciones realistas a los problemas.
Debemos volver a despertar en los estudiantes el gusto por aprender, mirando todo lo que ellos llevan consigo, acompañando a toda su persona; esa es la tarea por realizar, la educación supone siempre la relación entre dos libertades que comparten el deseo de conocer y comunicar lo que han descubierto, para avanzar juntos, lo que Don Giussani llamó “el riesgo educativo”. No podemos consentir que la universidad se convierta en “tierra de nadie”.
Para ello es necesario lanzarnos en la búsqueda de conocimiento, creando vínculos que contribuyan a la construcción de una Universidad que sea capaz de provocar a la persona, que logre despertar el deseo de descubrir la verdad en cada lugar que estemos. Esto es lo que yo anhelo, caminemos juntos en este camino.

Julio César Lozeco
Estudiante, Licenciatura en Economía
Universidad Nacional del Litoral

Beethoven II: La Sinfonía del Destino


Que la quinta sinfonía de Beethoven es llamada la “Sinfonía del Destino” es algo conocido por muchos. Ya bastante se ha comentado sobre ella y poco creo poder agregar a lo ya dicho; sin embargo, quisiera compartir mis impresiones en estos breves párrafos.


Beethoven. Sinfonía 5, dir. H. von Karajan. 1

Primer movimiento. El Destino “toca a la puerta”; el Destino, aquello para lo cual estamos hechos, para lo que nuestra vida esta hecha “toca a la puerta”, se nos presenta de repente. Si bien era esperado (porque, ¿quién puede decir que no espera a su Destino, su llamado?), sorprende estruendosamente al que lo encuentra. Ante el significado último de su vida, frente a su Destino, el hombre no puede más que sentir vértigo. La potencia expresada en este movimiento no es más que un signo de esto.

Segundo movimiento. Una vez que el Destino “toca a la puerta”, al contrario del dicho popular, permanece en su lugar, no se marcha. Uno es el que, ante la vertiginosidad y la sorpresa que siente ante su manifestación, lo deja de lado. Pero el destino, la respuesta a nuestra vida, permanece y se sigue presentando al hombre continuamente. Esta vez, de manera más dulce y apaciguada, más amable y más suavemente, pero no sin menos firmeza y energía: sigue siendo el mismo reclamo. El hombre, tal vez para reconocerlo más fácilmente, tenga que ver esta faceta del destino que, no obstante, no estaba oculta antes. Solo le queda aceptar la llamada para comenzar a caminar hacia Él.


Beethoven. Sinfonía 5, dir. H. von Karajan. 2

Tercer movimiento. Aquí se ve al hombre que se pone en camino con toda la convicción de que se dirige hacia su Destino. Le ha abierto la puerta al destino y ha adherido a su llamada y se ha puesto en marcha. La fuerza en su caminar no sale de él mismo, él, que antes había sido sorprendido y asustado, sino de la certeza de que camina hacia su bien, de que cada paso que da es un paso más hacia de su Destino. Con esta seguridad, nada puede detenerlo ni distraerlo de su meta: ni las alegrías pasajeras, ni los pormenores del camino o las adversidades más grandes.

Cuarto movimiento. Aquí se llega al final del camino, luego de la marcha fatigosa pero hecha con determinación. El hombre se encuentra completamente frente a su Destino. Es como si, de repente, todo se iluminara y se manifestara como siempre tuvo que ser. El sentido de la vida del hombre se descubre en su totalidad. Es en este momento cuando todo lo anterior cobra su significado real; cuando todo lo vivido anteriormente descubre su porqué. Se recupera todo lo anterior y se lo transforma en la gloria del Destino final del hombre.

Nicolás P.

La conversión de Magdi Allam (Roma, 22 de marzo de 2008)

Desenlace de un largo camino. Decisivo encuentro con el Papa

Querido Director, lo que estoy por referirte concierne a mi elección de fe religiosa y de vida personal que no pretende, de ninguna manera, involucrar al Corriere della Sera, del que me honra formar parte desde el 2003, en la calidad de vicedirector ad personam. Te escribo, por lo tanto, como protagonista del hecho, como ciudadano particular.
Ayer me convertí a la religión cristiana católica, renunciando a mi anterior fe islámica. De este modo ha visto la luz, finalmente, por gracia divina, el fruto sano y maduro de una larga gestación vivida en el sufrimiento y en el gozo, en la íntima reflexión y en la conciente y manifiesta exteriorización. Estoy particularmente agradecido a Su Santidad, el Papa Benedicto XVI, que me ha impartido personalmente los sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía, en el transcurso de la solemne celebración de la Vigilia Pascual, en la Basílica de San Pedro. Y he asumido el nombre cristiano más simple y explícito: “Cristiano”.
Desde ayer, entonces, me llamo “Magdi Cristiano Allam”. Para mí es el día más lindo de la vida. Adquirir el don de la fe cristiana en la festividad de la Resurrección de Cristo, por mano del Santo Padre es, para un creyente, un privilegio inigualable y un bien inestimable. A los casi 56 años, es un hecho histórico, excepcional e inolvidable, que señala un giro radical y definitivo con respecto al pasado. El milagro de la Resurrección de Cristo se reflejó sobre mi alma, liberándola de las tinieblas de una predicación donde el odio y la intolerancia en la confrontación con lo “distinto”, condenado acríticamente como “enemigo”, prevalecen sobre el amor y el respeto al “prójimo” que es siempre y, como sea, “persona”. Es así como mi mente se ha liberado del oscurantismo de una ideología que legitima la mentira y la simulación, la muerte violenta que induce al homicidio y al suicidio, la ciega sumisión a la tiranía, permitiéndome adherir a la auténtica religión de la Verdad, de la Vida y de la Libertad. En mi primera Pascua como cristiano, no sólo he descubierto a Jesús, he descubierto al verdadero y único Dios, que es el Dios de la Fe y la Razón.

El punto de arribo
Mi conversión al catolicismo es el punto de arribo de una gradual y profunda meditación interior a la que no hubiera podido sustraerme, dado que desde hace cinco años estoy obligado a llevar una vida blindada, con la vigilancia fija en casa y la escolta de los carabinieri a cada uno de mis movimientos, a causa de las amenazas y de las condenas a muerte infligidas por los extremistas y terroristas islámicos, tanto de los residentes en Italia como de los activistas del exterior. Tuve que interrogarme sobre la actitud de aquellos que, públicamente, se han declarado por la guerra santa (Fatwe), y sobre las declaraciones de juristas islámicos, denunciándome a mí, que era musulmán, como “enemigo del Islam”, “hipócrita, porque es un cristiano copto que finge ser musulmán para dañar al Islam”, “mentiroso y difamador del Islam”, legitimando de este modo mi condena a muerte. Me pregunté cómo era posible que quien, como yo, ha combatido con convicción y tenacidad por un “Islam moderado”, asumiéndose la responsabilidad de exponerse en primera persona en la denuncia del extremismo y del terrorismo islámico, haya terminado por ser condenado a muerte en el nombre del Islam y sobre la base de una legitimación coránica. De este modo, vine a caer en la cuenta de que, más allá de la contingencia que significa el fenómeno de los extremistas y del terrorismo islámico a nivel mundial, la raíz del mal es intrínseca a un Islam que es fisiológicamente violento e históricamente conflictivo.

Paralelamente, la Providencia me hizo encontrar a algunas personas católicas practicantes de buena voluntad que, en virtud de su testimonio y de su amistad, se han vuelto poco a poco, un punto de referencia en el plano de la certeza de la verdad y de la solidez de los valores. Comenzando por tantos amigos de Comunión y Liberación con Julián Carrón a la cabeza; por religiosos simples como el padre Gabriele Mangiarotti, la Hermana Maria Gloria Riva, el padre Carlo Maurizi y el padre Yohannis Lahzi Gaid; hasta el redescubrimiento de los salesianos gracias al padre Angelo Tengattini y el padre Maurizio Verlezza, culminado en una renovada amistad con el Rector Mayor, padre Pascual Chávez Villanueva; hasta el abrazo de altos prelados de gran humanidad como el cardenal Tarcisio Bertone, monseñor Luigi Negri, Giancarlo Vecerrica, Gino Romanazzi y, sobre todo, monseñor Rino Fisichella que me ha seguido personalmente en el recorrido espiritual de aceptación de la fe cristiana.
Pero, indudablemente, el encuentro más extraordinario y significativo en la decisión de convertirme fue con el Papa Benedicto XVI, al que admiré y defendí desde musulmán, por su maestría en el plantear el vínculo indisoluble entre fe y razón, como fundamento de la auténtica religión y de la civilización humana, al que adhiero plenamente como cristiano, por inspirarme nueva luz en el cumplimiento de la misión que Dios me ha reservado.

La elección y las amenazas
Querido Director, me preguntaste si no temía por mi vida, conciente de que la conversión al cristianismo me procurará ciertamente una enésima y mucho más grave condena a muerte por apostasía. Tienes toda la razón. Sé con qué me voy a encontrar, pero afrontaré mi suerte con la cabeza alta, con la columna erguida y con la solidez interior de quien tiene la certeza de la propia fe. Y estaré aún más así, después del gesto histórico y valiente del Papa que, desde el primer instante en que supo acerca de mi deseo, aceptó inmediatamente impartirme en persona los sacramentos de iniciación al cristianismo. Su Santidad ha lanzado un mensaje explícito y revolucionario a la Iglesia que hasta el momento, se ha mantenido demasiado prudente en la conversión de los musulmanes, absteniéndose de hacer proselitismo en los países con mayoría islámica y callando sobre la realidad de los conversos en los países cristianos. Por miedo. El miedo de no poder custodiar a los conversos frente a su condena a muerte por apostasía y el miedo de las represalias en las confrontaciones de los cristianos residentes en países islámicos. Sin embargo, Benedicto XVI, con su testimonio, nos dice que es necesario vencer el miedo y no tener ningún temor en el afirmar la verdad de Jesús, incluso con los musulmanes.

Basta de violencia
Por mi parte, digo que es hora de ponerle fin a la arbitrariedad y la violencia de los musulmanes que no respetan la libertad de elección religiosa. En Italia, hay millares de conversos al Islam que viven serenamente su nueva fe. Pero también hay millares de musulmanes conversos al cristianismo que se ven obligados a esconder su nueva fe por el miedo a ser asesinados por los extremistas islámicos que anidan entre nosotros. Fue por uno de estos “casos” que evocan la mano discreta del Señor, que mi primer artículo escrito para el Corriere, el 3 de septiembre de 2003, se intitulaba “Las nuevas catacumbas de los islámicos conversos”. Era una encuesta a algunos neo-cristianos que denunciaban, en Italia, su profunda soledad, espiritual y humana, frente a la ausencia de las instituciones del estado que no velan por su seguridad y frente al silencio de la Iglesia misma. Sin embargo, espero que del gesto histórico del Papa y de mi propio testimonio, surja el convencimiento de que ha llegado la hora de salir de las tinieblas de las catacumbas y de afirmar públicamente la propia voluntad de ser plenamente sí mismos. Si no estamos en condiciones aquí, en Italia, en la cuna del catolicismo, en nuestra casa, de garantizar a todos la plena libertad religiosa, ¿cómo podremos llegar a ser creíbles cuando denunciamos la violación de tal libertad en otros lugares del mundo?
Ruego a Dios para que esta Pascua especial done la resurrección del espíritu a todos los fieles en Cristo, que hasta ahora han sido sojuzgados por el miedo.

Magdi Allam
(traducción de la carta publicada en Corriere della Sera, 23 marzo 2008)



Respuesta vaticana a críticas islámicas contra el bautismo de Magdi Cristiano Allam
Nota del padre Federico Lobardi, S.I.

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 30 marzo 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la declaración que ha emitido el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, en respuesta a una nota crítica al Bautismo impartido por Benedicto XVI al periodista Magdi Cristiano Allam, subdirector de «Il Corriere della Sera», publicada por el profesor Aref Ali Nayed, director del Royal Islamic Strategic Studies Center, quien ha tenido un papel decisivo para el diálogo islámico cristiano con la redacción de la «Carta de los 138 sabios» musulmanes enviada al Papa y a líderes cristianos.
* * *
Ante todo, la afirmación más significativa es, sin duda, la confirmación de la voluntad del autor de continuar el diálogo de profundización y conocimiento recíproco entre musulmanes y cristianos. Y de no cuestionar en absoluto el camino emprendido con la correspondencia y los contactos establecidos, a lo largo del último año y medio, entre los sabios musulmanes, que firmaron las conocidas cartas, y el Vaticano. En particular, por medio del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. Este camino debe proseguir, es extremadamente importante. No se debe interrumpir y es prioritario con respecto a episodios que pueden ser objeto de malentendidos.
En segundo lugar administrar el bautismo a una persona significa reconocer que ha acogido la fe cristiana libre y sinceramente, en sus artículos fundamentales, expresados en la ‘profesión de fe'. Ésta viene proclamada públicamente con ocasión del bautismo. Naturalmente, todo creyente tiene la libertad de conservar sus propias ideas sobre una vastísima gama de cuestiones y problemas, en los cuales, entre los cristianos hay un legítimo pluralismo. Acoger en la Iglesia a un nuevo creyente no significa, evidentemente, asumir todas sus ideas y posiciones. En particular, sobre temas políticos y sociales.

El bautismo de Magdi Cristiano Allam es una buena ocasión para reiterar expresamente este principio fundamental. Él tiene el derecho de expresar sus propias ideas, que siguen siendo ideas personales. Evidentemente, sin que éstas se vuelvan, de ninguna forma, expresión oficial de las posiciones del Papa o de la Santa Sede.En cuanto al debate sobre la lección del Papa en Ratisbona, las explicaciones sobre su correcta interpretación en las intenciones del Papa fueron dadas a su debido tiempo y no hay motivo para cuestionarlas de nuevo. Al mismo tiempo, algunos temas abordados entonces, como las relaciones entre la fe y razón, entre religión y violencia, permanecen naturalmente objeto de reflexión y de debate y de posiciones diversas, dado que se refieren a problemas que no se pueden resolver de una vez para siempre.
En tercer lugar, la liturgia de la Vigilia Pascual ha sido celebrada como cada año, y la simbología de la luz y de la oscuridad forma parte desde siempre. Ciertamente es una liturgia solemne y la celebración en San Pedro por parte del Papa es una ocasión muy particular. Pero acusar de maniqueísmo las explicaciones de los símbolos litúrgicos por parte del Papa - que realiza cada vez y en lo cual es maestro - manifiesta quizá, posiblemente, una incomprensión de la liturgia católica, más que una crítica pertinente al discurso de Benedicto XVI.
Finalmente, manifestamos también nuestro desagrado por lo que el profesor Nayed dice acerca de la educación en las escuelas cristianas en los países de mayoría musulmana objetando un riesgo de proselitismo. Nos parece que la grandísima tradición de compromiso educativo de la Iglesia católica también en los países de mayoría no cristiana (no sólo Egipto, la India, Japón, etc.) donde desde hace mucho tiempo la gran mayoría de los estudiantes de las escuelas y universidades católicas no son cristianos y permanecen con serenidad y agradecidos por la educación recibida, merezca otra apreciación. No pensamos que la Iglesia merezca hoy ser acusada de falta de respeto por la dignidad y la libertad de la persona humana. Son otras las violaciones que la Iglesia padece y a las que da atención prioritaria. Y quizá por eso el Papa se ha asumido el riesgo de este bautismo: afirmando la libertad de elección religiosa consecuente a la dignidad de la persona humana.

De todas formas el profesor Aref Ali Nayed es un interlocutor al cual reservamos una altísima estima y con el cual siempre vale la pena confrontarse lealmente. Esto permite tener confianza en el proseguimiento del diálogo.

(Fuente ZENIT. Traducción de «Radio Vaticano»)

La contemplación de la belleza

Paradiso, canto XXXIII

Una famosa terzina (vv.94-96) de Dante en la Divina Comedia, en el último canto del Paradiso, dice:

Un punto solo m'è maggior letargo
che venticinque secoli a la 'mpresa
che fe' Nettuno ammirar l'ombra d'Argo.

Un sólo instante me es mayor letargo
que veinticinco siglos a la empresa
que hizo a Neptuno admirar la sombra de Argo.

Dante ha visto a Dios al final de su recorrido, él nos quiere decir algo que es imposible de entender para nosotros, él mismo pide a esa somma luce:

Fa la lingua mia tanto possente,
ch'una favilla sol de la tua gloria
possa lasciare a la futura gente.

Haz mi lengua tan poderosa
que sólo un poquito de tu gloria
pueda dejar a la futura gente.

Fue tal el éxtasis y la conmoción de contemplar algo que excede todo concepto mortal que él como tal, porque está tan vivo como nosotros, no lo puede explicar. Antes de ver a Dios, San Bernardo le pidió a la Virgen en una santa oración que cuidara las facultades de Dante, que lo mantuviera sano y salvo, porque no se puede mirar a Dios al rostro y quedar intacto. Una cita del último libro de Benedicto XVI, puede servir para entender mejor este punto, que se encauza en la tradición mística judeocristiana, de la cual Dante era consciente:

“Pero llegados a este punto debemos recordar otra historia digna de mención sobre la relación de Moisés con Dios que se relata en el Libro del Éxodo. Allí se nos narra la petición que Moisés hace a Dios: «Déjame ver tu gloria» (Ex 33, 18). La petición no es atendida: «Mi rostro no lo puedes ver» (33, 20). A Moisés se le pone en un lugar cercano a Dios, en la hendidura de una roca, sobre la que pasará Dios con su gloria. Mientras pasa Dios le cubre con su mano y sólo al final la retira: «Podrás ver mi espalda, pero mi rostro no lo verás» (33, 23)”
Este misterioso texto ha desempeñado un papel fundamental en la historia de la mística judía y cristiana; a partir de él se intentó establecer hasta qué punto puede llegar el contacto con Dios en esta vida y dónde se sitúan los límites de la visión mística.” (Benedicto XVI, Jesús de Nazareth, p. 27)

Dios es el Amor che move il sole e l'altre stelle (último verso de la obra), si uno mira al Amor se enamora, cambia: ésta es la idea.

Entonces dice que para él un sólo instante que pasa es de mayor olvido por la eternidad que contempló que veinticinco siglos atrás al momento en que Neptuno admiró la sombra de Argo. Él recuerda más y mejor ese momento veinticinco siglos atrás que cuando contempló la Luz, la Eternidad, a Dios. Porque, al contemplar ese punto, entendió y a su vez fue todo eso: él fue Neptuno que admiraba la sombra de la nave Argo, fue la nave, fue el agua, fue uno de los argonautas encima de la nave... En definitiva, él fue la verdad, fue la luz que es verdadera por sí misma, la cual hace que fuera de ella todo sea defectivo, mientras que lo que es allí, es perfecto.

Argo fue la primera nave: este suceso corresponde a la mitología griega, según la cual los navegantes, con Jasón a la cabeza, fueron por el vellocino de oro. Es el origen de la civilización, del comercio. Neptuno antes estaba habituado a ver pedazos de leño a la deriva, o animales, u otra cosa, entonces cuando ve la nave se admira de ver algo nuevo. Este símil o comparación es maravilloso: ¡habla del asombro de un dios en el fondo del mar contemplando algo! Uno, pensando estos versos hermosos desde la perspectiva del dios –cómo vio la nave desde el fondo del mar– se asombra de la maravillosa belleza poética de Dante, porque además el océano da sensación de profundidad y de vastedad inconmensurables, que pueden calificar la experiencia que Dante “sufrió”:

Io credo, per l'acume ch'io soffersi
del vivo raggio, ch'i' sarei smarrito,
se li occhi miei da lui fossero aversi.

Yo creo, por la agudeza que sufrí
del vivo rayo, que yo me habría perdido
si mis ojos se hubiesen apartado de él.

Ha visto algo realmente bello. Al contemplar la belleza, Dante no puede permanecer intacto ante la vivencia “transhumana” (neologismo dantesco), no sólo volvería a perderse (usa el verbo smarrire: el mismo de los primeros versos de la obra, aquellos en que la diritta via era smarrita, o sea, “la recta senda era perdida”), sino que también volvería a sufrir al apartar los ojos del rayo.

Dice que su vista se consume. Ve un punto ligado con amor en que se ahonda todo lo que se abre en el universo. Sustancias, accidentes y su costumbre. Dios es el amor, entonces al mirarlo él cambia, como atestigua:

Ma per la vista che s'avvalorava
in me guardando, una sola parvenza,
mutandom' io, a me si travagliava.

Pero por la vista que cobraba más valor
en mí mirando, una sola apariencia,
yo mutándome, a mí se trastocaba.

También comenta que ve la efigie humana, porque su rostro estaba contenido en ella, vio no sólo su rostro, sino los rostros de todos los humanos eternamente, los del pasado, los de ahora –los suyos y el mío– y los del futuro.

Dentro da sé, del suo colore stesso,
mi parve pinta de la nostra effige:
per che 'l mio viso in lei tutto era messo.

Dentro de sí, de su mismo color,
me pareció ver pintada nuestra efigie
porque mi rostro en ella estaba todo contenido.

Él no puede entender cómo mirando a Dios se puede ver a sí mismo, y aquí es donde Roberto Benigni (cuya interpretación es maravillosa, y en la cual me baso en parte para este comentario -noblesse oblige- del paraíso dantesco) dice: "Sólo siendo Dios se puede hablar de Dios". Ya que Dante está allí y él mismo por ver la eternidad, se da cuenta de que al formar parte de ella es la Verdad misma, él puede aprehender la Verdad eterna y serla al mismo tiempo, al ver lo que quiere ver al final de su peregrinaje cósmico, se da cuenta de la eternidad de su alma y de la suma felicidad del paraíso en torno a Dios, está a punto de desfallecer del éxtasis, se está por incinerar y entregarse a la felicidad perpetua. Ya no quiere volver más al mundo, ¿quién querría después de experimentar eso?

Los últimos versos son estos:

ma non eran da ciò le proprie penne:
se non che la mia mente fu percossa
da un fulgore in che sua voglia venne.

A l'alta fantasia qui mancò possa;
ma già volgeva il mio disio e 'l velle,
sì come rota ch'igualmente è mossa,
l'amor che move il sole e l'altre stelle.

Mas no bastaban las propias alas:
si no que mi mente fue herida
de un fulgor que vino en su voluntad.

A la alta fantasía aquí faltaron fuerzas;
mas ya giraba mi deseo y mi voluntad,
así como rueda que es igualmente movida,
el amor que mueve el sol y las otras estrellas.

En estos últimos versos nos describe el momento en que finalmente entendió todo, él siente un fulgor que lo hiere de tanta claridad. Dice que a la fantasía faltaron fuerzas, o sea, la fantasía humana puede alcanzar niveles insospechados, pero para la percepción y el momento que vivió no hay fantasía, imaginación o profundidad intelectual que sean suficientes.

La parte final es de extraordinaria belleza. Dante usa la imagen de una rueda que es igualmente movida para dar cuenta de cómo todo gira en el mundo, perfecta, equilibradamente como la figura del cosmos en la armonía, cómo todo gira en el ser en la maravilla de la vida, en la extraordinariedad de estar vivos. Y así quien gira su deseo y su voluntad, como una rueda igualmente movida, es Dios, o sea, el amor que mueve el sol y las otras estrellas.

Vuelve en sí por intercesión de la Virgen, que había prometido cuidar de sus facultades y mantenerlo sano luego de la vivencia divina. Vuelve con nosotros al mundo para contarnos que vio a Dios, que vio el infinito en la dicha eterna, que estuvo en el paraíso. Y éste es un regalo que hace a la humanidad, un regalo vivificante y conmovedor, de aquel entonces y para siempre.

Paradiso XXXIII, recitado por Roberto Benigni:



Lucas E.
http://www.de-vita.blogspot.com/

La fuerza que cambia la historia es la misma fuerza que cambia el corazón del hombre

Acerca del conflicto entre el gobierno y el agro

La situación de desencuentro y enfrentamiento que estamos atravesando en nuestro país es, ante todo, una circunstancia que nos reclama a una mayor y más profunda comprensión de la realidad; permite verificar qué es lo que más ama y defiende cada uno y es útil también para poner en evidencia cuáles son las posturas más favorables para la construcción y el desarrollo humanos.

Las medidas inconsultas y cuanto menos irreflexivas que el gobierno del estado ha decretado, de grave impacto sobre los productores agrícolas en forma directa, pero extensivas al desarrollo de vastas regiones del país, han desatado una reacción profunda de los sectores productivos primarios y de los habitantes de numerosas ciudades y pueblos, síntoma de las exigencias constitutivas –de constructividad, de libertad, de verdad- que todos los hombres tenemos en común.

El camino y el discurso del gobierno en estos días se han apoyado en declaraciones y provocaciones muchas veces lejanas de la verdad, propagadoras artificiales de confrontación y gestos violentos más o menos explícitos entre argentinos, de división entre grandes y pequeños, entre ricos y menos ricos.

Ahora que, en apariencia, los actores principales del conflicto se sientan a dialogar para encontrar soluciones superadoras, se evidencian posiciones que de hecho conspiran contra la fecundidad del mismo diálogo. Porque el diálogo es fructífero cuando se reconoce recíprocamente en los interlocutores una dignidad civil, social y política, como presencia útil en la comunidad.
Aún en la mesa del diálogo, el gobierno rehúye este deber, que en los hechos tendría que traducirse en una reformulación profunda de las políticas y medidas aplicadas al sector, superando el cálculo y la defensa de posiciones e intereses, buscando junto con los protagonistas reales de dichas políticas, los pasos más adecuados para la construcción y defensa del bien común y personal de los argentinos.

El primer hecho capaz de cambiar y encauzar esta situación, para el gobierno, los productores y para cada uno de nosotros, es aquel que nos cambia a nosotros mismos: encontrarnos con una persona que nos toma en serio, hasta lo profundo de lo que el corazón humano exige. Es el camino que Cristo ha hecho con el hombre, con nosotros.

Por eso es imprescindible que no reduzcamos estas exigencias. Es el momento propicio para que el poder político reconozca y no sustituya, en los hechos, la dignidad de la sociedad civil y de sus organizaciones, promoviendo y protegiendo el bien y la libertad de todos; ayudando, favoreciendo y orientando la construcción de una sociedad más habitable para la persona. Esta es la tarea de un gobierno; de hecho, la más importante.

Comunión y Liberación

El hecho de que Él exista: Los orígenes históricos del Cristianismo

“La forma más baja del escándalo, humanamente hablando, es dejar sin solución todo el problema en torno a Cristo. La verdad es que se ha olvidado por completo el imperativo cristiano: tú debes. Que el cristianismo te haya sido anunciado significa que tú debes tomar postura ante Cristo. Él, o el hecho de que Él exista, o el hecho de que haya existido, es la decisión clave de toda la existencia.” Kierkegaard

Mientras estaba leyendo, el otro día en el colectivo, el libro Los orígenes históricos del cristianismo (Editorial Encuentro, 2007), se me acercó una persona y me preguntó interesada sobre lo que leía: “Pero ese libro, ¿de qué trata? ¿Es la verdadera historia? ¿Cuenta lo que verdaderamente pasó, o sólo es una interpretación, otra historia más?”
¿Y por qué esto todavía interesa? ¿Por qué Jesús sigue siendo tema de controversia y discusión? Cada Navidad o Pascua, como si fueran estos los únicos momentos del año en los que valiera Cristo, y en los que medianamente se Le presta algo de atención, vemos surgir “nuevas” investigaciones o interpretaciones acerca del “verdadero Jesús” o del “Jesús histórico”. Aparecen nuevos descubrimientos sobre tumbas, manuscritos e inscripciones que dicen revelarnos quién era realmente Él y cuál era Su mensaje. Un personaje mitológico, un campesino revolucionario antiimperialista, un rabino reformista, un simple mago que engañó a varios, o todo eso junto. Todo, menos lo que aquellos que vivieron con Él, aquellos que lo vieron y escucharon durante años, nos trasmiten de Él y de su vida.

La verdad histórica o sea, el poder llegar a tener la certeza de que un hecho, un acontecimiento, sucedió en un momento y un lugar dado, y el poder llegar, de la misma manera, a su significado, es algo que concierne no sólo a los historiadores en su disciplina. En realidad, para cada uno de nosotros es necesaria esta certeza en nuestra vida cotidiana. Desde saber que las cosas que acontecieron en nuestra vida fueron verdaderas, hasta poder afirmar, sin miedo a equivocarse, que uno vive aquí y ahora en tanto es parte de una historia, de un camino, que tiene sus bases bien fundadas en el tiempo.
De ahí la importancia de establecer la historicidad del cristianismo, de poder decir qué fue lo que verdaderamente ocurrió y de averiguar quién fue Jesús en realidad. Esto es lo que se propone el libro Los orígenes históricos del cristianismo de José Miguel García.

En primer lugar, el autor se dedica a hacer una rápida reseña de las fuentes cristianas y extra-cristianas existentes, para verificar científicamente el acontecimiento de Cristo. Desde Tácito hasta los escritos rabínicos de los primeros siglos después de Cristo, pasando por los Evangelios canónicos y apócrifos, se da un repaso general para demostrar la abundancia de testimonios sobre los orígenes cristianos. No obstante, la fiabilidad de estas fuentes y el método con que interpretarlas o, como dirían los historiadores, la heurística y la hermenéutica, ocupan también una buena parte de los primeros capítulos del libro.
Una vez claro esto, García comienza a estudiar los hechos más destacados de los Evangelios sobre los cuales se han establecido las mayores controversias historiográficas y las críticas más importantes a su historicidad: los milagros realizados por Jesús, el problema del “secreto mesiánico”, las supuestas contradicciones de los mismos Evangelios en fechas, lugares y eventos, y la más importante de todas, la pretensión de Jesús de ser Dios. Los análisis de estos polémicos fragmentos neotestamentarios se basan, sobre todo, en nuevas hipótesis filológicas que el autor, en conjunto con otros reconocidos estudiosos del tema, como Julián Carrón, ya había desarrollado en otros trabajos. Según los especialistas, muchos de los problemas ofrecidos por los Evangelios se debían a traducciones incorrectas de los textos. A partir de la hipótesis de que la redacción original fue hecha en arameo y no en griego, como se suponía, se pueden sortear muchos de los problemas objetados por los estudiosos escépticos. Una mala traducción del arameo al griego habría sido la causa de muchos malentendidos histórico-apologéticos.
El libro, cuya hipótesis básica es la del “sustrato aramaico” de los Evangelios, continúa con unos capítulos que se dedican al suceso fundamental de los Evangelios: la muerte, Resurrección y posterior manifestación de Cristo a los apóstoles en distintas apariciones. Aquí el autor hace una pequeña aclaración que es muy importante “en buena crítica histórica, el único modo de explicar el mensaje de la Iglesia primitiva sobre la resurrección es hacerlo brotar de una experiencia real, no meramente subjetiva, de Jesús resucitado por parte de los primeros testigos, experiencia que tenemos descrita en los relatos evangélicos de las apariciones. Con esto no decimos que la investigación histórica nos introduce en el misterio de la resurrección de Jesús; eso sólo puede hacerlo la fe. Pero lo que sí puede hacer es mostrar cómo creer en todo el misterio que representa esta obra de Dios es un rationabile obsequium fidei”. O sea, la historia puede mostrar lo razonable que es creer en la resurrección, no habiendo alternativas sensatas al suceso relatado. Lo que no puede hacer la historia es hacernos comprender su verdadera importancia.
En los últimos capítulos el autor desarrolla y ahonda los temas de las primeras comunidades cristianas, la predicación paulina, la expansión del cristianismo en el Imperio Romano y la relación de los cristianos con el judaísmo y con el Imperio. En todo momento se ve la novedad radical que el cristianismo supone para el mundo grecorromano: pone fin a los esquemas y barreras sociales y políticas del mundo sin romper, paradójicamente, con el mundo.

Aquellos que no se conforman con las supuestas “investigaciones científicas” (a menudo, ideológicamente deformadas), sino que quieren ir al fondo del problema histórico de Jesús y de su anuncio (es decir, que Dios se hizo hombre, nació, creció, murió y resucitó en un momento y lugar determinados), en definitiva, aquellos que buscan conocer la verdad histórica “tal como realmente fue” (“wie es eigentlich gewesen ist”), deben ser honestos con las fuentes trasmitidas a través de la historia. La única manera de juzgar lo que el Cristianismo dice de sí mismo es aproximarse sin ideologías ni prejuicios.
Los últimos 250 años de estudios históricos adolecen de una ideologización de los enfoques para estudiar el paleo-cristianismo. Demasiada agua ha pasado bajo el puente desde el inicio de los estudios bíblicos críticos de los historiadores iluministas. Estos, imbuidos en el espíritu racionalista que comenzaba a afianzarse, consideraban todo dogma o autoridad como arbitrarios y contrarios a la Razón, y suponían necesario para investigar la vida de Jesús y el origen del Cristianismo prescindir de la historia que la tradición, los Evangelios y la Iglesia habían trasmitido por siglos. Sin embargo, en estos 250 años de supuesta investigación crítica poco se ha avanzado: hoy en día se postulan como “novedosas” teorías ya repetidas hasta el hartazgo. En Los orígenes históricos del Cristianismo se encara el problema de la historicidad de la propuesta cristiana sin obviar ninguna de estas hipótesis anteriores (por infundadas que puedan ser); y verificando, con las técnicas hermenéuticas y filológicas más desarrolladas y novedosas, la credibilidad de las hipótesis que los cristianos han mantenido desde hace dos milenios. Jesús existió y, según nos informan sus seguidores más cercanos, tuvo la reivindicación más radical que alguien en la historia de la humanidad pudo tener: Él afirmó ser Dios.

El Cristianismo es, ante todo un hecho histórico, que continúa en el presente. Por lo tanto, la verdad sobre él sigue siendo alcanzable no por un razonamiento o un esfuerzo interior, sino mediante la historia. Es necesario saber si fue verdad lo que ocurrió, si Cristo fue y es lo que Él dijo ser.
“Sí, ha ocurrido realmente. Jesús no es un mito, es un hombre de carne y hueso, una presencia del todo real en la historia. Podemos visitar los lugares donde estuvo y andar por los caminos que Él recorrió, podemos oír sus palabras a través de testigos. Ha muerto y ha resucitado. […] y los mitos lo han esperado a Él, en quien el deseo se ha hecho realidad.” Benedicto XVI

Nicolás P.